¡Ponte el salvavidas y sube a la lancha mojigata!- contesta Nora
Orlando y Hugo nos miran y ríen de ver la absurda conversación que ambas llevábamos.
Hugo y Nora ocupaban los asientos de la parte delantera, mientras que Orlando y yo los de la parte trasera, al principio el paseo en lancha no estaba mal, la brisa era agradable y el paisaje perfecto, pero pronto empezaríamos a coger velocidad y me daría cuenta de que mi amiga de nuevo me había embarcado en una de las suyas pues ahora me encontraba en los rápidos del rió contracorriente y en dirección a los pies de las cataratas.
Mi corazón va a doscientos y aunque mi niño me sujetaba fuertemente para que no tuviese miedo los saltos que se sucedían continuamente me mantenían en una tensión constante, Nora por supuesto gritaba sin parar ese típico grito suyo de libertad pero esta vez acompañada por Hugo que era igual o más cabeza loca que ella, ambos iban con los brazos levantados gritando y riendo sin parar como si de una atracción de feria se tratase mientras que Orlando reía pero mucho más relajado que ellos y yo… bueno yo también llevaba una sonrisa en mi cara pero se notaba demasiado que está era forzada.
La lancha paró en seco cuando llegamos a los pies de la cascada, la verdad que el espectáculo era impresionante y como experiencia ¡única!, no podíamos hablar nada en aquel momento pues el ruido del agua era atronador así que nos dedicamos a contemplar aquella maravilla.
La vuelta no fue menos fascinante que la ida pues ya más tranquilos podíamos charlar y contemplar la hermosura de aquel lugar, todo tan verde, con un mar de vegetación que nos regalaba la naturaleza y con la agradable compañía con la que viajaba hicieron de la vuelta un trayecto de lo más ameno.
Cuando llegamos a la orilla y pusimos de nuevo pie en tierra Nora me miro como diciendo ¡Me va a matar! Pero se equivocaría pues me adelante a sus pensamientos y dije:

! Ha sido fascinante!
¿Cuándo repetimos de nuevo?
Mi amiga quedo completamente sorprendida pero más sorprendida quedaba yo pues lo decía en serio, por primera vez en mi vida me sentía viva, me sentía fuerte y era todo gracias a ellos.
Mañana- dice Hugo de pronto.
Todos le miramos con cara de… ¿Qué pretendes hacer? Y pedimos una respuesta casi de forma unísona.
¡Alquilare un helicóptero!
¡Visitaremos las cataratas desde el cielo!
¿Otra vez las cataratas?-pregunto Nora
¡Si! Pero esta vez desde Argentina, desde el cielo-contesto Hugo muy emocionado.
Nora hizo una mueca y se quedo fija mirándome, lógicamente los demás se dieron cuenta y también quedaron esperando saber qué pasaba.
Tengo pánico a las alturas- dije
Hugo quedo un poco desilusionado aunque eso pronto lo solucionaría yo, pues aquel lugar me ofrecía una energía especial que sentía dentro de mí, quizás debido a mi deseo de sentirme bien de una vez por todas.
¡La mejor manera de superar un miedo es enfrentarte a él!- dije muy segura de mi misma.
Alquila ese helicóptero tengo ganas de seguir quemando adrenalina.
La cara de Hugo era de satisfacción absoluta en ese momento, mientras que la de mi amiga era de asombro pues nunca me había visto hacer algo así, me sentía temeraria y con ganas de hacer cosas fuera de contexto o al menos del mío habitual.
La tarde transcurrió muy tranquila, en la terraza del hotel, descansando y conversando plácidamente, a todos nos apetecía relajarnos un poquito pues los días anteriores habían sido bastante moviditos entre unas cosas y otras.
Esa noche ya no me moleste en ir a mi habitación, directamente me pare en la suya dejándole bien claro que no pensaba dormir sola esa noche ni ninguna otra, al menos en este viaje.
Apenas si había amanecido cuando Nora nos estaba llamando a la habitación para despertarnos y meternos prisa para bajar a desayunar, nosotros por nuestra parte nos tomamos nuestro tiempo, pues abrir los ojos y ver a esa criatura a tu lado con ese cuerpazo escultural precisa de ciertos cuidados que recién levantados todavía son más agradecidos que durante el resto del día.
Cuando bajamos al restaurante ambos nos miraban con cara de ¡Ya os vale! A lo que nosotros no hicimos comentario alguno, bueno excepto el que yo le hice a Nora;
¡Amiga, te lo dije, todo un desperdicio mi cama de dos por dos, llevo dos noches sin utilizarla!
Nora no pudo contener la risa y casi se ahoga intentando pasar el trago que de café con leche en ese momento tenía en su boca.
¡Cariño mío, estas irreconocible!- contesto ella una vez repuesta.
Pronto nos pondríamos en marchar pues teníamos que ir hasta el aeródromo y ya llevábamos algo de retraso, aunque Hugo estaba dispuesto a llegar a tiempo ni Nora ni yo le permitimos sobrepasar la velocidad recomendada.
Bueno…
Ya estamos en el aeródromo y tengo frente a mí a esta libélula gigante, ya nada puedo hacer más que enfrentarme a mis miedos y demostrarles que he cambiado y que soy capaz de todo.

Orlando estaba radiante con el sol pegando tras de él, su pecho al descubierto dejaba ver lo bien formado que estaba y al cual me era inevitable acariciar suavemente con mis dedos, mientras él seguía acariciando mi cara, muy despacio se acerco a mí y me empezó a besar… ya no pudimos parar y ambos nos fundimos en un acto realmente hermoso cuando se hace entre dos personas que se aman de verdad.

Nos duchamos juntos pero lógicamente tendría que cambiar mi ropa interior y ponerme otra cosa para salir ese día con lo cual tengo que ir a mi habitación, mientras Orlando conversa con Nora para quedar los cuatro de nuevo.
Salgo de la habitación de mi niño y la señora de la limpieza que está en el pasillo me saluda muy amablemente, devuelvo el saludo y me dirijo a mi cuarto, -¿ qué pensará la señora de la limpieza?- voy pensando para mi, a la vez que mi sonrisa me delata por completo pues se me ve plenamente feliz, abro la puerta y justo allí, justo enfrente me encuentro un enorme ramo de margaritas blancas, mi pecho no para de bombear, no puede ser, no, no, repito una y otra vez mientras salgo retrocediendo hacía atrás llorando, la limpiadora que está a la altura de la habitación de Orlando me pregunta:
¿ se encuentra usted bien, señorita?
Mi amor casualmente la escucha y no lo piensa dos veces, cubriéndose tan solo con la toalla de baño sale corriendo hacia mí.
¿Qué ocurre mi vida? Dime, ¿Qué pasa?
Al verme mirar hacia dentro entra dispuesto a lanzarse sobre quien este dentro esperándome, mira a su alrededor y comenta;
¡No hay nadie aquí cariño!
Pero… ¡Pero el ramo! ¿Las margaritas?...
¿Las margaritas?- dice él
¡Fui yo cariño!
Nora me dijo que eran tus preferidas y pedí a recepción que te subiesen un ramo, pensé que te gustaría ¿Acaso me equivoque ?
No, no, lo siento- respondí abrazándole.
¡Son preciosas! De veras que lo son, muchas gracias- le repetía una y otra vez pues me sentía estúpida por lo ocurrido.
Cuando estuve más tranquila y mientras desayunábamos algo en el restaurante del hotel le conté lo sucedido en casa con los ramos de margaritas y que aunque era una tontería pensé que se trataba nuevamente de él.
Orlando lo entendió y me abrazo disculpándose.
No tienes nada de que disculparte- le dije
Las flores son preciosas y te agradezco enormemente el detalle que has tenido conmigo- le repetí de nuevo
Seguimos charlando mientras esperábamos en la puerta del hotel la llegada de Hugo, nuestros amigos se encontraban en la selva y solamente si él nos recogía conseguiríamos dar con aquel lugar.
Pronto llegaría en un Jeep para recogernos, nos saludo con una enorme sonrisa y nos invito a subir, sin tan siquiera parar el motor del coche, salió derrapando con lo que fui a parar al lado izquierdo de la parte de atrás y decidí agarrarme fuertemente pues me daba la sensación de que iba a ser un viaje movidito.
No pude evitar ir bastante tiempo observando a Hugo pues era la persona que estaba ocupando el corazón de mi amiga y no quería que esta lo pasara mal.
Nora era una chica que rara vez mostraba sus sentimientos, su rostro aunque siempre alegre no dejaba escapar ninguna muestra de afecto hacia nadie, bueno hacia mí en alguna que otra ocasión sí, pero la nuestra era una relación de muchísimos años; por eso me encantaba ver así a mi amiga, me gustaba ver el brillo que desprendían sus ojos cuando él la miraba, cuando algo le contaba…
Nora lo paso muy mal en su juventud pues en el mundo televisivo hay mucho buitre suelto que creen tener el derecho de coger a su paso todo lo que se les presenta, pero que cuando no se les permite cogerlo, todavía ponen más empeño y lo cogen aunque no se les permita, por eso ella era tan fría en sus relaciones y por eso mismo creo que nunca duraba más de dos meses con ninguna de sus parejas, por miedo a sufrir, por miedo a que pensaran que tenían cualquier derecho sobre ella y por eso era ella la que cogía lo que quería y después desaparecía, eso mismo era lo que ahora me tenia intrigada, pues los ojos de Nora no reflejaban que acabara de conocer a Hugo pero a la vez me extrañaba mucho que no me hubiese contado nada, pero lo mejor será preguntarle a ella y así salir de dudas, pues lo importante es que mi amiga es feliz, muy feliz a su lado.
Como era de esperar los botes se sucedían unos con otros pues Hugo nos metió por medio de la selva, sin apenas esperármelo, saco un rifle y se lo paso a Orlando.
Toma, mantelo preparado- dijo este
¿Qué? ¿Para qué? ¿Porque le das un rifle a Orlando?- pregunte muy asustada.
¡La selva es peligrosa y nunca se sabe, es mejor estar preparados ¡- ríe Hugo
Pero, ¡tranquila! solo es por precaución, solo dispararía al aire- contesta de nuevo soltando una carcajada.
Unos quince minutos más tarde llegamos al lado de mi querida amiga.
¡Vamos! ¡Mira que sois lentos!
¿Qué tal la noche?, me pregunta levantando las cejas y mostrando sus dientecillos como una autentica payasa.
¡Qué tonta eres! conteste de nuevo muerta de risa.
¿Para qué es esto Nora ¿ ¿ Donde leches vamos ?
Nora vuelve a reír
¡Tú ponte esto y cállate anda! ¡Vamos de paseo!
¡ Noraaaaa !

¡Dos días!, ¡Os dejo solos dos días y mirar con que me encuentro!

Si, era ella justo a nuestro lado, quieta, con una pierna medio flexionada y dando pequeñitos golpes en el suelo con el pie y las manos en la cintura, cabeza un poco de lado y una enorme mueca en su cara, esperando una respuesta de…

Nosotros, dos tontos ruborizados al vernos pillados infraganti por nuestra mejor amiga a la que de momento no pensábamos decirle nada por miedo a que no lo tomara bien y habíamos pillado con Hugo muy pero que muy acaramelada, nosotros que apenas nos conocíamos unos cinco días y ahora no podíamos pasar ni un segundo separados pues nuestros cuerpos se atraían enormemente.

Nos miramos y solamente una cosa pudimos hacer, echar a reír, ella hizo lo mismo y se unió a nosotros para darnos un abrazo y felicitarnos.

Hugo llego unos instantes después pero como el nos acababa de conocer por lo visto había dado por hecho que éramos pareja.

Esa noche fuimos los cuatro a cenar a un restaurante que aunque era interior tenía todas las paredes cubiertas por plantas y un riachuelo en el centro lleno de hermosos peces, la luz era bastante tenue y el camarero sin tener que decirle nada nos busco una mesa bastante intima en un rinconcito del salón, la velada fue estupenda y de lo más divertida pues Hugo era un verdadero payaso y no paraba de decir tonterías continuamente, lo que más me gusto fue ver a mi amiga con ese brillo en su mirada y esa felicidad que se le escapaba de su menudo cuerpo.

Ya habíamos pasado al café cuando sentí esas inevitables ganas de ir al aseo, me levante de la mesa disculpándome con los demás, pregunte al camarero donde estaban los aseos y me fui para allá.

Nora segundos después debió de sentir la misma necesidad que yo y salió detrás de mí pero sin avisarme, los aseos estaban justo al otro lado del salón y tenía que cruzar y tenía que cruzar por delante de todas las demás mesas, fue entonces cuando me percate de su presencia…

Fije la mirada en una de las mesas que estaban a mi derecha cuando le vi, suavemente se limpio la boca con la servilleta y se puso de pie, estaba de e

él a una distancia de unas dos mesas, por instinto pare en seco y quede fija en el, sentía miedo, sentía como mis piernas flojeaban y a mi mente vino el recuerdo de aquel golpe en la cabeza que casi consigue que acabara conmigo, le di un rápido repaso observando que seguía llevando la misma ropa de color negro de siempre y que su cara seguía siendo tan pálida como el primer día que le vi, cosa que me extraño pues todos teníamos ya bastante bronceado el cuerpo y el rostro debido al clima y sus ojos seguían siendo tan penetrantes o más incluso que antes, me miraba mucho más fijamente que nunca y mucho más desafiante, de pronto alguien me coge por la cintura, no pude evitar soltar un grito a la vez que todo mi cuerpo pega un espasmo, en ese momento Nora que era la que me había cogido se percato de que algo pasaba, yo había vuelto la mirada hacia ella y mi rostro no tuvo que decir nada más a mi amiga ¡ Hugo! ¡Orlando! Grito Nora casi de inmediato, gire la vista de nuevo para no perderla de vista pero… ya no estaba allí, empecé a moverme por el restaurante rápidamente mirando hacía todos lados como loca buscándole para que no volviese a escapar, esta vez no tenía miedo, esta vez no estaba sola, esta vez me sentía protegida.

Orlando sabia como era su rostro pues yo le había mostrado los dibujos que pinte y acompañado por Hugo salieron a la calle y empezaron a andar bastante rápidos intentando averiguar por donde había huido mientras Nora preguntaba al camarero si le conocían o si por casualidad había pagado con tarjeta pues de este modo tendríamos sus datos, pero no tendríamos tanta suerte y no sabían quién era.

Los chicos llegaron negando con la cabeza, volvió a escapar. ! La primera vez que puedo ir yo a por él y escapa ¡

Eso estropeo la noche y Hugo muy atento en ese momento y sin saber lo que estaba ocurriendo pues era el único que no conocía la historia de mi perseguidor, comento que lo mejor sería volver al hotel, a lo cual lógicamente todos accedimos.

Cogimos un taxi para la vuelta, el silencio inundaba el trayecto y yo me sentía realmente mal pues de nuevo conseguía estropearlo todo con la presencia en la zona de esta persona, llegamos al hotel y Nora y Hugo en silencio se dirigen al ascensor que esta al fondo del pasillo, a la izquierda están las enormes cristaleras que dejan ver la piscina, hermosas luces de colores decoran la terraza y un barman prepara cócteles mientras que la gente baila al son de la música, detrás Orlando y yo seguimos a la pareja cuando una vez dentro del ascensor y la puerta empieza a cerrarse paro este metiendo un pie de por medio.

¡ No ¡ , grito mientras abro la puerta del ascensor, me giro y quedo de frente a ellos.

¡No estoy dispuesta a que una vez más ese sinvergüenza estropee nuestra velada ni nada de lo que estemos haciendo!, a Orlando le encanto mi respuesta y fue el primero en salir del ascensor para seguirme, rápidamente nos siguieron Nora y Hugo también y los cuatro salimos a la terraza y nos unimos a la fiesta.

Unas tres horas después ya no podíamos más, el baile, los cócteles y las risas habían agotado nuestros cuerpos y esta vez si nos fuimos de buen agrado hacía nuestros dormitorios.

Como era de esperar mi amiga y su acompañante se fueron derechos a un solo dormitorio mientras mi querido niño me acompañaba muy galantemente al mío, nuevamente en la puerta de mi habitación nos fundimos en un beso de esos que la respiración se hace innecesaria pues el respira de mí y yo respiro de él, nuevamente por un lado deseo muchísimo que pase y se quede conmigo pero por otro lado todavía me siento insegura, el enseguida se da cuenta de ello y sin pedir nada más dice:

¡Venga abre la puerta, que descanse amor! Y deposita un delicado beso en mis labios.

Abro la puerta de mi habitación y el aroma a azahar llega a mí dejándome sin aire desde ese instante.

La habitación de Orlando esta tan solo dos puertas mas allá y cuando esta abriéndola mira hacía la mía pues no ha sentido el ruido de la puerta al cerrar, cuando me ve allí, quieta, mirando a la oscuridad de dentro, sin apenas moverme, casi corriendo viene hacía mi y acogiéndome cálidamente entre sus brazos cierra la puerta de mi dormitorio y me lleva al suyo, una vez dentro no puedo evitar echar a llorar, el me abraza con fuerza mientras me intenta consolar con dulces palabras de aliento pues sabe que es normal que tenga esa reacción aunque no le he dicho que he sentido su presencia dentro, más bien ha debido pensar que me daba miedo estar sola, tumbada en la cama abrazada a él quede sumida en el sueño, tranquila y relajada pues estando con él no sentía miedo, estando con él me sentía completamente protegida.

El reflejo del sol en mis ojos me hace despertar y hay estaba él, justo delante de mí, con sus dulces ojos mirándome y una medio sonrisa de felicidad inundando su rostro, mientras que su mano acariciaba mi brazo constantemente.

¿Has descansado mi amor? Pregunta dulcemente.

Si mi vida, como no-conteste.

Nunca te voy a fallar mi vida y nunca, nunca voy a permitir que te hagan daño mi amor, siempre, siempre te voy a cuidar- me repitió una y otra vez.

Mientras, dos habitaciones más allá, un ramo de margaritas blancas y el aroma a azahar esperaban a que alguien girara la llave y entrara dentro…

Del puerto al hotel decidimos ir dando un paseo pues habíamos dejado su coche en el parking,, fuimos charlando agradablemente y recordando momentos graciosos del día, a medio camino nos sorprendió una tormenta, buscamos refugio debajo de un balcón y el paso su brazo por encima de mi hombro pues estaba helada, mi corazón empezó a acelerarse cuando vi su mirada perdida en la mía, esa sensación me asusto y salí corriendo invitándole a mojarse para salir del paso, llegamos al hotel totalmente calados y muertos de risa, me acompaño a la puerta de mi habitación, mi cabello estaba totalmente mojado y pegado a mi frente y cuello, menos mal que al ir bronceada no llevaba maquillaje ni rimel pues sino seguramente estaría de lo más ridícula, el al tener el pelo tan corto tenia pequeñas gotitas por todo el, que iban cayendo por su cara totalmente empapada, no podíamos parar de reír y eso que nos costaba respirar pues estábamos algo exaltados debido a la carrera que habíamos realizado hasta el hotel, sus ojos quedaron clavados a los míos y de pronto los míos también a los suyos, mi respiración fue entonces más lenta y profunda, apenas sin darme cuenta sus manos sujetaban mi rostro y sus labios se hundían en los míos, mis brazos rodearon su espalda, su enorme y ancha espalda y nos fundimos en un hermoso y pasional beso, no se cuanto tiempo pasamos allí pero un beso terminaba y otro más intenso comenzaba, sentía que no podía escapar de él, que su cuerpo era un imán contra el mío y ardía en deseos de invitarle a entrar pero no me atreví a hacerlo con lo que aprovechando un descuido entre beso y beso me despedí de el hasta el día siguiente.

Esa noche apenas si pude dormir, estaba eufórica como una niña de quince años que descubre por primera vez lo que es un beso, no podía de dejar de reír y si me miraba en el espejo tenía la típica cara de “ boba, te enamoraste “ yo sola me reía de mi misma, era obvio, me gustaba mucho Orlando, pensando en el y sin darme cuenta me quede dormida y fue precisamente su voz la que me despertó por la mañana, me llamo desde recepción para decirme que me esperaba abajo.

Salte de la cama corriendo hacía la ducha ¡ como puede avisarme así! ¡ lo mato! Pensaba una y otra vez mientras corría por la habitación cogiendo las cosas para tardar lo menos posible.

Cuando baje estaba radiante con una hermosa y gran sonrisa en su cara y apenas llegue a su altura un inmenso beso deposito en mis labios consiguiendo ruborizarme al ver las risitas en las caras de las recepcionistas.

Pasamos la mañana jugueteando en la playa y dando largos paseos cogidos de la mano, quede un par de horas dormida tumbada en la arena y cuando desperté su brazo cubría mi cuerpo y mi cabeza descansaba en su pecho, me estaba enamorando de el.

Un mensaje se escucho llegar al móvil de Orlando, es Nora- contesto el.

No vuelve mañana, por lo visto tiene que ir a Iguazú y sale directamente desde allí.

Valla-dije

¿te incomoda estas a solas conmigo?-pregunto el entre muecas

No, tonto no es eso, es que a Nora no le gusta estar sola y me da pena no poder acompañarla.

¡Hagamoslo!-dijo de pronto mientras se incorporaba

¿Cómo?-conteste.

¡Volemos a Iguazú!, le daremos una sorpresa.

Ciertamente la idea me encanto y así lo hicimos, me dejo en el hotel para que preparara todas mis cosas mientras el iba a su hotel a recoger las suyas, pasamos a devolver el coche que había tenido alquilado esas dos semanas y tan solo unas horas después estábamos subiendo a un avión destino Iguazú…

El viaje a Iguazú no se hizo muy largo pues no había mucha distancia o quizás era que después del susto del vuelo a Salvador y las largas horas del trayecto hacían que todo lo demás fuese más llevadero, como era ya algo habitual Nora se hospedaba en uno de los mejores hoteles de la zona, justo en la montaña desde donde se veían las impresionantes cataratas de Iguazú, creo que en mi vida había visto algo tan precioso.

¡Bonitas verdad!- susurro Orlando mientras depositaba un dulce beso en mi mejilla.

Si, son impresionantes-conteste devolviéndole su beso en los labios.

Orlando dejo las maletas a la chica de recepción para que las llevaran a nuestras habitaciones y llamo a Nora para informarse de en que lugar se encontraba, por supuesto todo ello sin decirle que nos encontrábamos allí.

Nora se alegro muchísimo de escucharnos, se encontraba justamente en las cataratas grabando un reportaje, estuvimos como unos diez o quince minutos hablando con ella para que no sospechara nada y salimos a su encuentro.

¿Te preocupa algo?pregunto Orlando mirándome a los ojos

No-dije yo casi susurrando.

Yo misma me delate y una carcajada salto de mis labios.

No se mentir-dije entre risas

Dime¿Qué te preocupa?

No se como Nora se pueda tomar lo nuestro, pues tengo la sensación de que ella siente algo por ti.

No pasa nada, esperaremos hasta ver el momento oportuno para decírselo ¿te parece bien?

Si, me parece bien-conteste agradecida por su gesto y esbozando una sonrisita.

El trayecto hasta llegar a los pies de las cataratas es precioso, por supuesto todo esta completamente lleno de vegetación pues nos encontramos en plena selva amazónica y es alucinante ver semejante espectáculo creado por la naturaleza.

Ya divisamos las cámaras y los compañeros de Nora, un poco más allá vemos a nuestra amiga y…

Los dos abrimos los ojos de par en par y Orlando susurra a mi oído:

¡Tenias razón cielo, esta totalmente colada por mi!Mientras una carcajada se escapa de su pecho.

Solo pude darle un codazo y reírme seguidamente con el, Nora esta muy ricamente acomodada en las rodillas de un alto y apuesto rubio y no están leyendo ningún texto precisamente que digamos andan mas bien muy acaramelados.

Conforme nos vamos acercando Nora se percata de nuestra llegada y echa a correr hacia nosotros pegando pequeños grititos de jubilo y satisfacción, a saltado literalmente sobre nosotros por lo que ahora descansamos en el suelo con ella gritando todavía encima nuestra.

¿ Pero que hacéis aquí? ¡No me lo puedo creer! ¡Como me habéis engañado!- repite una y otra vez.

Enseguida nos presenta a su inesperado amigo muy emocionada por cierto.

El es Hugo, compañero de producción-dice sin parar de mirarle y cogerle la mano, sin poder estar ni un segundo apoyando ambos pies en el suelo,dando pequeños saltitos de emoción.

Hugo es un chico bastante alto y delgado, nuestra amiga apenas si le llegaba por el hombro si se quitaba los siete centímetros de tacón que por lo general solía llevar, de pelo rubio y larga melena recogida en una desenfadada coleta baja y unos impresionantes y enormes ojos verdes, de un verde esmeralda que creo no haber visto nunca antes.

Es bastante gracioso y divertido, muy animado al igual que nuestra amiga y enseguida nos enseña todo el tinglado que allí tenían montado, mientras Nora terminaba de grabar unas secuencias.

Hugo nos abandona reclamado por Nora y decidimos dar una vuelta para terminar de ver las cataratas, terminan en una especie de puente de madera muy estrechito que te lleva justo hasta los pies de la cascada y algo increíble, desde el se ve el arco iris justo a los pies de ella, es una imagen inigualable os lo aseguro.

Estoy apoyada en la barandilla y Orlando me ha cogido de la cintura por detrás, ha mirado a su alrededor por si teníamos espías pero nada ve y empieza a deslizar sus labios por mi cuello y a depositar en él pequeños besitos, cierro los ojos y me dejo llevar pues…¿ Que otra cosa puedo hacer, sino disfrutar?

Lo siento ya les digo que no tengo más datos de él, estaba de espaldas a mí y salió corriendo en cuanto grite- escuchan mis oídos levemente, era la voz de Orlando hablando con alguien.

Espero que esto no quede así, espero que esta vez se muevan más rápido, se escucha a Nora bastante exaltada.

Mis ojos empiezan a abrirse lentamente, me molesta bastante la luz y ¡como me duele la cabeza! ¡Duele muchísimo!

¡Alice! Has despertado, que bueno dice Orlando mientras coge mi mano entre las suyas.

¡Alice! Repite Nora echándose encima de la cama ¿Cómo te encuentras?

Era absurdo preguntar dónde me encontraba pues estaba en una habitación de Hospital, intente sentarme en la cama pero no pude, la cabeza me daba vueltas.

Cuando mire a Orlando vino a mi mente esa última imagen antes de desmayarme, esa claridad era él, pues su ropa blanca deslumbraba en la noche.

¿Le han cogido? Pregunte.

Lo siento contesto Orlando

Salió corriendo cuando grite, solamente le pude ver de espaldas

Era él, -dije a Nora-

Ella quedo pálida ¡No puede ser¡ dijo con fuerte voz y dando vueltas por la habitación,

Pensamos que era un ladrón, nos dijeron que te habían robado.

Si, si y así fue pero yo corrí tras el chico y no le pude dar alcance, después fue cuando apareció él y la verdad no se ni con que me golpeo.

Bueno eso no importa, lo importante es que estas bien y no dejaremos que te pase nada más -dijo Orlando, el cual estaba bastante afectado-.

Unas horas después al fin me pude poner de pie sin marearme, hay cosas que tiene que hacer una por si sola y en la intimidad, fue entonces cuando me di cuenta de la brecha que llevaba en la cabeza, al menos me habían dado diez o doce puntos de sutura y tenía el pómulo izquierdo herido, supongo que del golpe contra la pared y que cara ¡Dios mio ! Estaba más pálida que un vampiro.

Mis amigos no se separaron de mí lo más mínimo, permanecieron fieles a mi lado todo el tiempo hasta que el médico me dio el alta, pretendía que pasara allí la noche por si estaba algo traumatizada pero Orlando hablo con el médico en privado y me dejaron marchar, no se que le dijo pero me gusto que le convenciera.

Ese era nuestro último día en Río pero Nora pensaba que yo no estaba en condiciones de volar, pensaba que necesitaba descansar, además estaba preocupada pues imagino que al robarme el bolso también me habrían robado la documentación y el pasaporte pero en eso si tuve suerte pues ninguna de las dos cosas las llevaba encima ya que pensé estarían mejor en la caja fuerte del hotel.

En lo referente a volar, ciertamente yo tampoco me veía en condiciones y Sao Paulo era una ciudad fea y con bastante delincuencia, Orlando por su parte seguiría en Río unos días más y se ofreció para cuidarme y enseñarme todo lo que me faltaba por ver.

El resto del día lo pasamos en la terraza del hotel, pues todos necesitábamos descansar, la verdad que se estaba muy bien, el sol no era excesivamente fuerte, la inmensa piscina estaba tan limpia que casi te quedabas durmiendo si mirabas sus aguas durante más de cinco minutos seguidos, ellos se pidieron unos cócteles que ciertamente tenían una pinta estupenda y yo lógicamente un zumo pues Orlando se encargo de que tomara unos calmantes para el dolor, parecía mi médico de cabecera no podía consumir alcohol.

Nunca le había preguntado a que se dedicaba y tampoco el a mi, tenia curiosidad pero me parecía una pregunta tan básica y vulgar que preferí quedarme con las ganas de saber.

Orlando quiso saber la historia de mi perseguidor, Nora me miro pensando que no le diría nada pues ella sabe lo reservada que soy pero al final le conté muy resumido todo lo acontecido estos últimos meses, Olando quedo muy sorprendido, también le sorprendió que yo estuviese tan bien, que no tuviese ningún trauma al respecto, en ese momento si guarde para mi las pesadillas sufridas en las últimas semanas y también agradecí que así lo hiciese también Nora.

El día ha amanecido radiante y ambos fuimos a acompañar a Nora al aeropuerto. Solo son dos días chicos enseguida nos juntamos de nuevo-nos dice mientras nos estruja entre sus brazos.

Era tan agradecida en cariño y mimos que era realmente imposible no adorarla, no me extrañaba nada el quererla tanto como la quería pues en tan poquito cuerpo guardaba mucho amor.

Después ambos nos fuimos a pasar la mañana a la playa, Orlando pensaba que el agua del mar era buena para mi cicatriz, aunque en cuanto salía del agua me tapaba la cabeza con un pañuelo fucsia de seda a juego con el bikini ya que el sol en Brasil pega muy fuerte y te quema con poco, después alquilamos una excursión en barco a una isla cercana, para comer en un restaurante típico de allí, el viaje en barco fue un poco aburrido la verdad, aunque Orlando siempre se esforzaba en sacarme una sonrisa, pero la isla era preciosa, llena por completo de vegetación y todo tipo de flores de vivos colores, estaba plagada de unos diminutos monos de lo más simpáticos y agradables, eso si feos, muy feos, el restaurante estaba dentro del corazón de la isla, al cual se llegaba por un pequeño sendero con grandes antorchas de madera clavadas a ambos lados, aunque lógicamente al ser de día estaban apagadas, el restaurante no era nada del otro mundo pero la comida estaba realmente buena, toda a base de pescado que los habitantes de la isla habían pescado esa misma mañana para los turistas, los niños correteaban a nuestro alrededor para ver si conseguían alguna moneda, Orlando les dio unas cuantas y se fueron de lo mas contento dirección a su casa, seguro que con esas monedas pasarían sus familias más de dos semanas sin penurias pues allí los sueldos son bajísimos.

La playa era espectacular y los dueños del restaurante muy simpáticos nos ofrecieron quedarnos a cenar pues por la noche hacen fiesta en la playa y encienden todas las antorchas, accedimos a quedarnos pues por la noche salía otro barco de vuelta, tenían razón, por la noche era hermoso todo lleno de hermosas llamas iluminando el lugar y guirnaldas cubriendo aquel precioso sitio, la música era suave y dulce para escuchar y Orlando…Orlando era realmente encantador, estaba todo el tiempo pendiente de mi y empezaba a tener un cierto brillo especial en su mirada.

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