Orlando nos acerco al hotel, el había alquilado un coche cuando llego a Rio para no depender todo el tiempo de los taxis y poder moverse a sus anchas por aquel hermoso país, nuevamente agradecí a Orlando la invitación y me despedí de él, me aleje un poco para darles algo de intimidad, con Nora nunca se sabe lo mismo le invita a tomar algo en su habitación, pero apenas llegaba al ascensor vi que ella entraba al hotel y el coche de Orlando se alejaba.
¿Ocurre algo?-pegunté
Nada-respondió ella, mientras una sonrisita se escapaba de sus labios.
¿Lo has pasado bien?
De maravilla, Orlando es un encanto de hombre, no me extraña que estés loca por el.
¿Yo? Te equivocas Alice- contesto ella riendo a carcajadas.
Enseguida nos fuimos a dormir pues el cansancio ya era evidente en nosotras y en apenas dos minutos estaba en mi cama completamente dormida.

El día amaneció algo nublado por lo que pasear por la playa era mucho más agradable que el día anterior ya que el calor no era tan pegajoso, vi a lo lejos una pequeña cala de rocas y decidí acercarme a ella, casi sin darme cuenta andaba corriendo detrás de un cangrejo diminuto cual niña pequeña detrás de un juguete nuevo, termine exhausta después de corretear más de media hora persiguiendo cangrejos para terminar por no ser capaz de capturar ni tan solo a uno.

Me deje caer en la arena de la playa, en décimas de segundo estaba rebozada en arena, pero lo bueno que tiene es que es tan sumamente fina y delicada que no se pega al cuerpo y enseguida se desprende de él, cerré los ojos y empecé a respirar profundamente dejando entrar en mi todas las energías positivas que aquel clima desprendía.

¡Hola!- dijo una voz sobre mí tapándome el poquito sol que asomaba aquella mañana entre las nubes.
Al abrir los ojos pensé que el corazón me había abandonado pues el bote que pego fue tan impactante que era totalmente imposible que siguiese dentro de mí.
Estos últimos días habían conseguido que me olvidara de él y de pronto lo tenía justo encima de mí, imposible de escapar, imposible intentar huir, la playa casi desierta, los muchos metros de playa hasta llegar al paseo por donde van los turistas…estaba perdida, esta vez no tenia escapatoria de el, pero como algo lógico y normal intente huir de allí.

¡No! ¡No te vayas! Por favor, dame una oportunidad, no quiero hacerte daño- dijo de nuevo.
Ni por asomo le iba a creer y eche a correr, apenas si avance dos pasos pues me cogió del brazo y me sujeto contra el.

No quiero hacerte daño, te lo prometo, déjame tan solo explicarme.
Me di cuenta que no tenia forma humana de escapar y su voz parecía sincera, de manera que me volví a sentar en la arena y le dije con voz de enfado,
¡De acuerdo, explícate!

El empezó a hablar, cada palabra que decía alteraba mi corazón pues era inevitable para mi estar totalmente asustada y creo que mi rostro así lo mostraba pues él me hablaba intentando evitar el contacto de las miradas.

Cuando tú me viste en el parque-comenzó diciendo- solamente te miraba pues me choco ver a una mujer a esas horas en el parque, al empezar a gritar salí corriendo de allí pero vi a alguien más por los alrededores, fui en tu busca para pedirte que salieras de allí que no era un sitio seguro pero entonces te vi postrada en el suelo delante de ese coche, te abrazaste a ese hombre y te saco de allí, no pude hacer nada más, no me pude explicar, la siguiente vez que te vi, estaba dando un paseo pues no vivo muy lejos de aquel parque y ese hombre te estaba observando desde una esquina del edificio, me adelante a él para avisarte de su presencia pero nuevamente te asustaste de mi y no pude decirte nada, huiste de mi.

Mi visita a este país ha sido pura casualidad pues vengo a comprar piedras en bruto para un amigo al que ayudo de vez en cuando y así ganarme unas pelas extra, cuando te vi en el avión quede más sorprendido que tu.

Mi única intención es pedirte disculpas por asustarte de ese modo, no era mi intención pero tú no me diste tregua, no me diste la oportunidad de poder defenderme.
Quede muda sin saber que decir, parecían tan sinceras sus palabras y tan lógicas, pues al fin y al cabo siempre he pensado lo cerca que estuvo de mi y jamás me hizo daño.
Lo siento- dije con voz quebrada por la vergüenza
Pero es que me asuste mucho y dado los acontecimientos siguientes que podía pensar yo, salvo que eras un asesino y que me querías matar, además siempre estabas en el lugar de los hechos.
Tienes razón- dijo de nuevo, por eso te pido disculpas nuevamente.

Sin darme cuenta tenía mis ojos clavados en los suyos, realmente eran bellos, de ese color anaranjado tan intenso que hacían de su mirada algo casi sobrenatural, realmente todo él era bello, aunque bastante pálido, era hermoso, tan hermoso como un ángel.
¿Puedo invitarte a dar un paseo?- dijo mientras alargaba su mano hacia mí para ayudarme a levantarme de la arena.

No lo pensé, acerque mi mano a la suya y me deje ayudar, al levantarme quede tan pegada a él que su aroma a azahar quedo impregnado en mi piel, mi corazón latía algo más rápido pero esta vez era diferente, empezaba a sentir cierto acercamiento hacia él, cosa que en cierto modo también me asustaba ¿Cómo podía pasar de tenerle pánico a sentir algo por aquella persona en tan solo unos minutos? Estuvimos paseando a la vez que charlando durante más de media hora y de que me di cuenta estábamos en un acantilado en el que las olas rompían bruscamente sobre las rocas.

¡Es impresionante!- dije mirando la altura a la que estábamos.

Su rostro vuelve a ser frío, todavía más pálido de repente y su mirada intensa me provoca frialdad en ese momento.

¿Qué ocurre?- pregunto.

Su silencio lo dice todo para mí, me ha engañado, todo ha sido perfectamente calculado para llevarme a aquel lugar, para deshacerse de mí sin dejar rastro alguno tras él, que ingenua, que tonta he sido...
La rabia se apodera de mí y me lanzo a él para pegarle, siento una rabia intensa, muy intensa hacia su persona, le pego una y otra vez pero él no siente dolor y lentamente empieza a empujarme hacia el acantilado sujetándome por el cuello fuertemente, mis pies apenas si sienten el suelo, solamente las puntas de mis pies lo rozan y casi no puedo respirar por la fuerza que ejerce sobre mi cuello, las lágrimas empiezan a caer por mis mejillas.

¡No lo hagas!

¡Por favor! ¡No lo hagas!

Suplico una y otra vez sin respuesta, pues su rostro es frío como el hielo, ningún sentimiento sale de él.
!No lo hagas! -vuelven a repetir mis labios ya sin voz.

Estoy a punto de caer, mi cuerpo está en el abismo, completamente en el vacío y lo último que voy a ver es su rostro disfrutando con mi muerte…

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